Una cosa son las horas lectivas, durante las que nuestros profesores se enfrentan cada día en las clases, y otra muy diferente son las horas de trabajo que hacen, esas horas que no acaban como mucha gente piensa a la salida de los colegios, institutos o universidades.
Horas que se prolongan en sus casas; preocupaciones, tiempo dedicado a preparar las clases del día siguiente, a corregir y preparar exámenes, ejercicios, etc, y además de todo esto las reuniones, atención a los padres, tutorías o guardias, sin contar con la «burocracia» papeles y documentos, proyectos, informes, memorias…que les envía la administración.