Mujeres y filosofía

Últimamente, estamos resaltando el papel que han jugado las mujeres en diversos campos: Las Sinsombrero en la literatura española, figuras femeninas en el mundo de la informática, científicas cuyas investigaciones no fueron reconocidas en su momento… En la filosofía también ha sucedido lo mismo: existe una variada y amplia nómina de filósofas desconocidas o no reconocidas, como prefiráis.

Ya una tal Hiparquía destacó entre el 360 y el 280 a.C. entre la escuela cínica griega, que despreciaba las riquezas y las preocupaciones materiales. Hiparquía por aquél entonces no solo supo superar las humillaciones a las que la intentaron someter, sino que retó a todos aquellos que la rechazaban, se ganó una fama de libertina y feminista, además de una más que merecida fama como filósofa gracias a las obras que escribió.

Olympia de Gouges (1.748-1.793), fue la encargada Los Derechos de la Mujer y la Ciudadana dos años después de la aparición de Los Derechos del Hombre y el Ciudadano. Su lucha contra el racismo, la esclavitud, la instauración del divorcio… la condujo a una de las pocas cosas que eran igualitarias para hombres y mujeres en la época: la guillotina.

Sophie de Grouchy, intelectual del s.XVIII, fue algo más afortunada. Organizaba tertulias filosóficas en su casa gracias a su marido, a las que acudían muchos de los grandes filósofos de su tiempo. Se dice que fue en esas reuniones donde se forjó el movimiento girondino.

Otra «afortunada», fue Harriet Taylor Mill (1.807-1.858). Su marido John Stuart Mill era consciente de los problemas de las mujeres y contó con su apoyo. Ella escribió «La emancipación de las mujeres», y contribuyó a que él escribiera «El sometimiento de las mujeres». Su influencia era tal, que su marido fue abucheado por gritar consignas feministas desde su asiento en la Cámara de los Comunes.

Mary Wollstonecraft (1.759-1.797), no fue solo la madre de Mary Shelley (autora de «Frankenstein») sino que retomó la labor de Olympia de Gouges promoviendo una educación igualitaria entre hombres y mujeres, defendió que la mujer debía ser igual al marido y que ningún aspecto relacionado con su anatomía las hacía inferiores.

Con la rusa Alexandra Kollontai (1.872-1.952), las mujeres de las fábricas entraron en la lucha feminista. Con una formación construida a base de esconderse para escuchar a las instructores de los varones de la familia o robando libros de las bibliotecas (como tantas otras), Kollontai se convirtió en una mujer moderna que defendió la liberación sexual de la mujer como refleja en sus libros «La nueva mujer» y «El amor en la sociedad comunista».

Huyendo del maltrato de su marido, Flora Tristán (1.803-1.844), fue la creadora de la consigna «Proletarios del mundo, uníos» y luchó por feminizar la izquierda. Fue la primera mujer que habló de socialismo y de la lucha proletaria, y se la escuchó. Fue la madre del «feminismo marxista» y como curiosidad, fue la abuela de Paul Gaugin.

Otra rusa, Lou Andreas-Salomé 1.861-1.937), admirada por Nietzsche entre otros, fue una de las primeras mujeres en entrar a la universidad de Zurich. Cuando conoció a Freud, se quedó tan interesada por sus estudios, que consiguió ser una de las pocas aceptadas en el círculo psicoanalítico de Viena.

La norteamericana Kate Millet (1.934) es la abanderada del feminismo radical. Escribe libros, dirige películas y hace esculturas. «Política sexual» es su obra cumbre.

Celia Amorós (1.944) y madre del llamado «feminismo de la igualdad». Puso la perspectiva de género en el foco de los estudios filosóficos y es la gran maestra de muchas pensadoras que han veido después: Concha Roldán, Amelia Valcarcel, Rosa Cobo…

 

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