Nadie duda de los beneficios que nos aporta la música, empezando por el placer de escuchar una canción que nos gusta. Pero además de escuchar música por el «simple» gusto de hacerlo, está demostrado que cuando lo hacemos se activan varias partes de nuestro cerebro a la vez (se libera dopamina, ayuda a recordar, favorece la movilidad, etc.). La música nos ayuda a socializar y es un vínculo de unión entre las personas e incluso es una herramienta poderosa en ciertas terapias.
Pero si escuchar música tiene tantos beneficios, ¿tocar un instrumento es todavía mejor?. De acuerdo al resultado de varias investigaciones, tocar un instrumento musical es altamente beneficioso para nuestro cerebro. Estudios demuestran que las personas que tocan un instrumento activan más partes de su cerebro que las que realizan cualquier otra actividad (ya sea leer, calcular, dibujar, realizar ejercicio físico… ). Un músico activa practicamente todo el cerebro al tocar, especialmente las cortezas visuales, auditivas y motrices, a través de la práctica disciplinada y estructurada son capaces de aplicar esta fuerza a diferentes actividades, combinar la precisión lingüística y matemática del hemisferio izquierdo con contenido nuevo y creativo que proviene del hemisferio derecho por lo que se desarrollan más las vías que unen ambos hemisferios, los músicos presentan funciones realzadas de memoria, etc.
En este corto animado de Anita Collins para TEDed, podéis ver todos los beneficios que puede tener en nosotros tocar un instrumento musical:
Y si nunca es tarde para aprender a tocar y aumentar la actividad de nuestro cerebro (¡ánimo!), es incluso mejor idea fomentar en nuestros hijos el interés por la música. Los niños parecen aprender a tocar un instrumento (desde la guitarra hasta el violín pasando por la batería, el bajo, el piano o el que sea) con más facilidad que los adolescentes y más aún que los adultos, por lo que animarles a que desarrollen estas habilidades desde pequeños sería lo ideal.