Cómo el lenguaje moldea nuestra manera de pensar.

Lera Boroditsky, profesora y especialista en ciencias cognitivas, nos explica cómo nuestra lengua materna moldea nuestra manera de pensar (la conocida hipótesis de Sapir-Whorf).

Parece que queda claro que los mismos sucesos no serían descritos de la misma manera por los hablantes de dos lenguas diferentes ya que cada uno haría énfasis en puntos diferentes, que en cada lengua hay palabras propias que en otras no existen (probablemente porque unos hablantes sí que necesitan esos términos y otros no), el concepto tiempo y las decisiones que se toman con vistas al futuro parecen ser más prácticas en aquellas lenguas en las que no se diferencia entre pasado-presente-futuro, por poner solo un par de ejemplos.

El lenguaje puede condicionar tanto nuestra manera de pensar que de hecho, según estudios, los bebes al nacer lloran con acento porque aprenden el idioma de sus madres cuando están aún en la matriz (a este fenómeno se le llama prosodia) también hay quienes afirman que en el caso de los hablantes de varios idiomas diferentes, al cambiar de una lengua a otra cambian también su manera de pensar e incluso para buscar una mejor solución a un problema o tomar una mejor decisión, recomiendan pensar en una lengua extranjera y no en tu lengua materna.

 

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