Maria Agnesi, una matemática precoz en el s. XVIII.

Nacida en Milán en 1718, hija de padres con formación y buena situación social, Maria Agnesi tuvo la suerte de vivir en un país y una época en la que, aunque con alguna diferencia, la educación de las mujeres era aceptada.

Es por eso que Maria recibió la mejor que su familia le pudo dar (a ella y sus 20 hermanos según se cuenta) y sin duda la supo aprovechar: con cinco años hablaba francés, a la edad de nueve, además de su italiano natal y el francés, conocía el alemán, el español, el griego, el hebreo y era habitual verla disertar en latín sobre el derecho de la mujer a estudiar en las tertulias culturales y científicas que su familia solía celebrar en casa.

A los 21 años quiso ordenarse como monja pero su padre se opuso. Ante esta negativa Maria Agnesi nunca se casó y prefirió llevar una vida discreta, religiosa a su manera y dedicada a las matemáticas.

Es considerada la primera mujer profesora de universidad ya que en 1748 se encargó de los cursos de su padre en la universidad y solo dos años más tarde le fue concedido por el Papa el nombramiento para ocupar la cátedra de Matemáticas superiores y Filosofía natural de la Universidad de Bolonia. También fue nombrada miembro de la Academia de las Ciencias de Bolonia.

Con 30 años de edad publicó su libro más famoso Instituzioni analitiche ad uso della gioventú italiana, que se convirtió en el primer manual sobre cálculo diferencial e integral y se utilizó en multitud de escuelas durante casi 50 años. Curiosamente, Maria Agnesi lo escribió para enseñarles matemáticas a sus hermanos pequeños. Pero este es solo su libro más conocido de una extensa producción en la que, para hacerse una mejor idea, solo sus obras inéditas conservadas en la Biblioteca Ambrosiana de Milán ocupan 25 volúmenes. Es en Instituzioni analitiche donde aparece la mal llamada (por un error de traducción) bruja de Agnesi, la curva de Agnesi.

Pese a todo, Maria Agnesi tenía 34 años cuando falleció su padre y tomó la decisión de abandonar las matemáticas y dedicar su vida a la teología, ayudar a los más necesitados y educar a sus hermanos pequeños hasta que falleció en 1799. Si en una carrera profesional en el mundo de las matemáticas tan corta consiguió tanto, quién sabe hasta dónde habría podido llegar de no elegir otros derroteros.

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