Aunque exista esa idea en la mayoría de que un dialecto es algo malo porque se relaciona con un estilo de habla inferior, la cruda realidad es que todos, absolutamente todos, en realidad hablamos un dialecto y no una lengua. Podemos llamarlo variedad, modalidad lingüística… para que suene bonito, pero lo cierto es que un dialecto no es algo negativo, sino un término que se emplea para designar a una variedad de lengua compartida por una comunidad, ya sea por motivos geográficos, culturales, sociales, por nuestra profesión…
Pues todos esos dialectos son igual de correctos o incorrectos, la clave está en el entorno y el momento en el que se utilicen. La Dialectología es la disciplina encargada de estudiar y catalogarlos: geolectos, sociolectos, tecnolectos… y la llamada variedad o dialecto estándar, que no es materno de nadie pero que todos conocemos, que se enseña en los colegios y se usa oficialmente pero que tampoco es homogéneo.
Cuando no era ni tan fácil ni tan rápido desplazarse de un lugar a otro ni las comunicaciones eran tan fluidas como ahora ni el acceso a la educación era general, los diferencias entre dialectos de una zona u otra eran mucho más marcadas, incluyendo un vocabulario propio de la zona que en muchos casos se ha ido perdiendo en beneficio de las opciones estandarizadas. Aún así, y afortunadamente hemos de añadir, quedan muchas expresiones propias que indican el origen del hablante: diminutivos, palabras típicas de cada comunidad, etc. Si tenéis curiosidad, en la aplicación Dialectos del Español, os proponen 26 preguntas para averiguar de dónde eres según tu manera de hablar.
Como os decíamos, además de nuestros orígenes geográficos, nuestro dialecto viene marcado por factores sociales, culturales, educativos, profesionales… lo que se llama edificio variacional, donde al igual que en un edificio se catalogan en las plantas más bajas los registros menos cuidados, más informales y coloquiales, en las centrales los estilos medios, en las altas los niveles más elaborados y en las últimas los muy superiores y técnicos reservados a unos pocos. Los expertos consideran que hablar bien es desenvolverse adecuadamente por varios niveles de ese edificio, sabiendo en qué entornos y momentos hay que utilizar el dialecto de una planta u otra. No tiene mucho sentido ir de excursión con los amigos y refererirse a la tortilla de patata de la hora de la comida como mezclum ovotuberculado, por poner un ejemplo, sonar pedante fuera de lugar es igual de inadecuado que sonar vulgar en un ambiente de un nivel superior.
Así que ya sabéis, diferencias lingüísticas hay muchísimas y ninguna nos hace ni mejores ni peores, ¿a que ahora el término dialecto no parece tan malo?