Huérfilo, la palabra propuesta a la RAE para denominar a los padres que pierden un hijo.

Hay palabras que no nos gustaría que tuvieran que existir y en este caso es casi como si, efectivamente, la palabra no existiera.

Dentro de nuestro riquísimo vocabulario nos encontramos con viudo/a para referirnos a quien pierde a su cónyuge, huérfano/a cuando nos referimos a quien ha perdido a uno o a ambos padres… y sin embargo ¿no tenemos un término que defina a los padres que pierden un hijo?

La Federación Española de Niños con Cáncer propone el término huérfilo no solo para llenar ese vacío lingüístico sino para dar también visibilidad a los padres que sufren esa pérdida, sea por el motivo que sea. Tras consultar con varios lingüistas se ha elegido esa palabra que proviene del latín, compuesta por la misma raíz indoeuropea que huérfano, orbh (separar, perder, alejar), y el término latín filius que significa hijo, aunque adaptando su terminación a filio para evitar posibles confusiones con filia (atracción, obsesión) como ocurriría en el caso del femenino.

Tras reunirse en abril con el director de la RAE, esta ONG se ha puesto en marcha para conseguir la aceptación de huérfilo en el diccionario y a su vez desde el punto de vista administrativo (en igualdad de condiciones que a viudos y huérfanos). La RAE recopila los términos extendidos en el uso social: «debe ser utilizada por personas de todas las edades, que no pertenezca a un sector o grupo concreto; que aparezca en medios de comunicación, redes sociales, trabajos de investigación… […] que esté normalizada».

Con este fin la FEPNC ha creado una campaña de recogida de firmas, esperando llegar por lo menos a la simbólica cifra de 11.730: el número de padres que han visto perder a sus hijos a causa del cáncer infantil. Además de contar con el apoyo de personajes conocidos que colaboran para dar visibilidad tanto a la palabra como a este colectivo. Esta aceptación convertiría al español en la primera lengua en tener un término para denominar a los padres que tienen que afrontar la mayor pérdida posible, la de un hijo.

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