Aunque el dato pueda sonar sorprendente, la presencia de mujeres en el mundo de la informática antes de los años 80 era mayor de la que hay hoy en día.
Nos remontamos al año 1967, cuando incluso una conocida revista femenina (nada menos que Cosmopolitan en su edición estadounidense) le dedicaba una página entera un artículo titulado «The Computer Girls», ilustrado con imágenes de una ingeniera de sistemas de IBM. De acuerdo en que el tono del artículo era muy de la época, aunque empieza reconociendo que veinte años atrás una mujer se limitaba a ser secretaria o profesora o enfermera en 1967 existe una nueva oportunidad laboral para ellas: ser programadoras. Luego el artículo sigue con todos los tópicos posibles, incluido el de que las mujeres estaban perfectamente capacitadas ya que comparan programar con preparar la cena perfecta o con coser ya que requiere la misma paciencia y habilidad para los detalles (todo esto escrito por una mujer).
Pero bueno, dejando tópicos aparte, lo cierto es que este reportaje era un ejemplo de la elevada presencia de mujeres consolidadas en el mundo del software, llegando a su cima en 1984. Por contraste, en la época el hardware era «cosa de hombres»: construir los ordenadores, la parte física del asunto. Todo estaba muy bien así hasta que el software empezó a ganar importancia, las empresas necesitaban empezar a nombrar directivos con esa formación específica y ahí surgió el problema: una cosa era que las mujeres trabajaran en igualdad de condiciones y otra muy diferente nombrarlas directivas (insistimos, no olvidemos que estamos hablando de los años 60).
Todo lo que vino después tampoco ayudó mucho a que la situación fuera diferente. Sociológicamente, cuando una profesión está en alza, se estabiliza, con buena retribución, etc. los hombres que anteriormente la despreciaron intentan acceder a ella. Además, la llegada de los ordenadores a casa (en comparación a esas grandes máquinas que ocupaban una habitación entera) provocó un nuevo fenómeno: los adolescentes se interesaban por tener un equipo en su casa y, según estudios de los años 90, era mucho más probable que quien tuviera acceso a un ordenador fuera un chico y no una chica. Esto generaba que quienes tuvieran mayor facilidad para entrar en una carrera de informática fueran los que tenían conocimientos previos: una mayoría masculina. La popularización de los videojuegos (una vez más enfocados al público adolescente masculino) favoreció a la imagen del informático friki (en inglés geek) que a todos se nos viene a la cabeza cuando pensamos en programación.
Las cifras no se han recuperado y el porcentaje de alumnas de este tipo de carreras es bastante inferior al de alumnos, así que es importante recordar que es una carrera profesional con un gran mercado laboral y con un pasado eminentemente femenino, en el que destacan importantes figuras como Grace Hopper, entre otras, y de las que podéis leer aquí y que esperemos ayude a tener un futuro en igualdad de condiciones.