«Montar un pollo», «estar a dos velas», «dar gato por liebre»… el origen de algunas de nuestras expresiones más curiosas.

¿Alguna vez os habéis parado a pensar de dónde vienen esas expresiones hechas que tanto utilizamos al hablar? Pues nosotros sí y por eso hemos hecho esta lista con algunas de ellas. ¡Empezamos!

Dormir la mona: utilizada para referirnos al sueño profundo que produce la ingesta excesiva de alcohol. Pues bien, su origen está en una costumbre del s.XVI de dar vino a los monos para ver qué efecto les causaba.

Estar a dos velas: no tener dinero. La teoría más extendida hace referencia a partidas de cartas ilegales en las que la banca contaba el dinero de la caja a la luz de dos velas, por lo que si un jugador conseguía dejar sin dinero a la banca, lo único que quedaba era la luz de las dos velas.

Dar gato por liebre: engañar a alguien con un servicio o artículo de mala calidad. Su origen viene de la mala fama que tenía la comida de las antiguas posadas a las que se las llegaba a acusar de servir carne de gato en lugar del conejo o cordero que prometían.

Montar un pollo: organizar un escándalo. Lo que hacían en el s.XIX los oradores que en plena calle se subían a una especie de escaleritas portátiles llamadas poyo (podio) y se ponían a pregonar armando gran escándalo.

Ponerse las botas: hace referencia a que un sujeto se exceda en algo, y con motivo: antiguamente solo los ricos podían calzar botas y los pobres iban descalzos en la mayoría de los casos.

Echar un polvo: termino coloquial para referirse a mantener relaciones sexuales. En los s.XVIII y XIX era costumbre inhalar un preparado de tabaco en polvo llamado rapé, y lo habitual era hacerlo en habitaciones aparte. El momento era utilizado por muchos para mantener relaciones. También se asocia a la frase popular «polvo somos, del polvo venimos y en polvo te convertirás», por ese polvo del que venimos…

A buenas horas, mangas verdes: para referirse a algo o alguien que llega tarde. En el s.XV la Santa Hermandad era un cuerpo parapolicial que velaba por la seguridad en las zonas rurales y cuya indumentaria incluía unas mangas verdes. Sin embargo, se cuenta que este cuerpo llegaba siempre tarde de manera deliberada para evitar confrontaciones directas con los delincuentes.

Irse por los cerros de Úbeda: En el año 1233 se enfrentó el ejército cristiano de Castilla con los almohades pero poco antes del combate, un comandante de Fernando III llamado Alvar Fáñez se separó del grupo y apareció cuando la batalla había terminado. Cuando el rey le preguntó dónde se había metido, él respondió que se había perdido por los cerros de Úbeda.

Poner los cuernos: ser infiel. Proviene de la cornamenta de ciervo que se ponía en las casas en las que el señor feudal ejercía el llamado derecho de pernada (pasar la noche de bodas con la esposa del vasallo) en la Edad Media.

Aquí hay gato encerrado: cuando sospechamos de que hay una causa o razón oculta. Se debe a que en el Siglo de Oro el dinero se ocultaba en bolsas hechas con piel de gato.

Que te den morcillas: expresión que utilizamos para deshacernos de alguien o dar por terminada una discusión. Pues bien, su origen es algo más radical: de cuando a los perros abandonados se les daba morcillas envenenadas para evitar brotes de rabia.

Y vosotros, ¿conocéis el origen de alguna otra expresión que os llame la atención? Contádnoslo en la sección de comentarios.

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