Todos hemos escuchado cualquiera de estas tres expresiones en multitud de ocasiones, incluso muchos las utilizamos, pero ¿cuál es la diferencia entre ellas?, ¿por qué a veces se utiliza una y a veces otra?, ¿cómo saber cuándo hay que hacer uso de cada una de ellas? OMG! ¡cuántas dudas! Vamos a intentar solucionarlas todas.
Para empezar, el significado de las tres es exactamente el mismo: expresar un sentimiento de sorpresa, de shock, de disgusto, excitación, nerviosismo… Hasta ahí bien, ¿entonces? ¿las podemos utilizar al libre albedrío? Pues sí…y no. Nos explicamos.
«Oh my God» siempre se ha considerado ofensivo ya que rompe uno de los mandamientos cristianos: no usar el nombre de Dios en vano, y es una blasfemia. Aunque hoy en día las normas son un poco más relajadas en general y los límites entre qué es correcto o incorrecto están un poco más difuminados (nos referimos a cuestiones de uso del lenguaje, nada más) no es una expresión demasiado elegante.
«Oh my Gosh» es un eufemismo y suena muy parecido al original, pero es menos ofensivo. Además, al ser tan similar deja margen para una maniobra in extremis y cambiar God por Gosh en el último momento si te arrepientes, como hacemos en español con «¡mierrr…coles!» o «¡jooo…pe!», por ejemplo. Pero al igual que en esos casos, hay quien dice que se trata de una expresión pasada de moda y hasta con una connotación un poco infantil.
«Oh my Goodness», la tercera en discordia. Suena similar aunque no tanto como el ejemplo anterior, pero es la opción considerada como más elegante, formal y no ofensiva de las tres.